miércoles, 21 de septiembre de 2011

Entendiendo nuestra posición

Cuando Dios pensó en el matrimonio, pensó en traer bienestar al hombre.

Esta unión haría del hombre y la mujer uno solo. Lo que le duele al uno, le duele al otro. Lo que alegra al uno alegraría al otro bajo una unión de pacto.
En el pensamiento de Dios estaba esta pregunta: ¿Quién aborrecerá a su propia carne?.– Sino que la cuida y la sustenta porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Lo más ilógico e irracional es el maltrato conyugal y el abandono.

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